Removí el café mientras vigilaba el enorme ventanal de la cafetería.
Antes no me ponía nerviosa cuando esperaba a alguien, ahora cierta vergüenza me invadía.
Encendí un cigarro y fui enrollando el papelito del azúcar con los dedos, bajando la mirada para no cruzarme con los ojos de otra persona que intentara averiguar qué estaba haciendo yo allí, sola.
Lo ví aparecer con esos pasos personales y seguros, extraños a veces, volviendo la esquina.Llevaba unos vaqueros y un polo azul marino.
El corazón me palpitó insportable en el pecho, podía escuchar mis latidos. Seguramente me sonrojé un poco.
Entró en la cafetería y miré, disimulando, hacia la calle. Y de pronto:
-¿Laura?- dijo mientras apoyaba las manos en la silla que había frente a mi.
-¿Sí?- y en ese momento, mientras mi nerviosismo aumentaba, su sonrisa, su olor, su cuerpo, el tremendo impacto que me había provocado siempre, volvió a mi vida...
5 comentarios:
¿Un comienzo? Me intrigas...
Pásate por la nave y mira lo de Benedetti, si quieres (y pásalo)
Besos.
Bellos sentir ne el momento del comienzo de todo..
precioso
saludos fraternos con mucho cariño
un abrazo inmenso
Dios mio!: te has tirado al mundo del relato!!!!...
Tengo que hablar muy seriamente con Javier. Esto es cosa suya, seguro.
Por cierto: genial.
Un beso.
He pasado por tu blog Pilar y me alegro un montón de haberlo hecho. Que distinto a lo anterior ¿eh?, pero me gusta mucho. Un beso
Has conseguido que me ponga colorada yo también...casi había olvidado ese "impacto" cercano al flechazo que algunas personas nos provocan a veces.
Un abrazo.
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