
de mi herida abierta,
y no me pesa el suero
de mil años que recojo.
Preguntas sin respuesta
en árboles repletos,
en caras que me miran,
en borrones gastados...
Y no me pesa el coágulo
que retuerce alguna vena,
ni el remordimiento
que ahueca huesos
y remuerde entrañas.
Soy yo
y el rojo de mi sangre,
y toda mi gente brotándome en los poros.