
Puedo engancharme con tu nombre,
que sea completamente delicioso,
o pegarme una a una con tus letras.
Ir marcada para siempre
es una forma de condena,
y yo lo llevo a fuego lento,
mordiéndome en silencio,
dando guerra.
Me encanta la tortura de tu nombre,
saber que nunca voy a confundirme,
alargarlo siempre que me enfado,
reirme llevándolo en la boca..
Lucho ahora contra la nostalgia
de quedarme con tu nombre
anclado en la garganta
mientras tú te vas...
Y aún así,
cuando quiera poner fin a mi derrota
te diré que todo ha sobrado en esta guerra,
que estuvimos tan ciegos de esta arena
que el amor se nos borró de un soplido.
Que se vengaron de nosotros los pecados,
que el cariño se marchó sin un motivo,
y ahora, ven aquí, cierra los ojos...
y déjame llorar...
seguímos vivos...