domingo, 4 de enero de 2009

Aquí sigo...


Tras un largo parentesis (y encima sin avisar) vuelvo a dejar algo para mis lectores (que son buenos aunque escasos), he sobrevivido al
2008 y espero hacer lo mismo con el 9, aunque estos años se pasan volando.
Aún recuerdo, porque en realidad es hace poquito, cuando los días eran inmensamente largos y tenía tiempo de enfadarme y contentarme con
la misma persona en el mismo día, sólo hacían falta unas horas y aquellas cosas
sin importancia (que me pincharan con un compás en el trasero tenía un poco de
importancia pero es perdonable).
Estos días, y a mis 22, me he dado cuenta de lo rapido que se me van los días,
y de los planes que de pronto parecen imposibles, y de las horas interminables,
las citas aplazables, las lloreras incomprensibles...de lo duro que es crecer...

No es triste la entrada, simplemente melancólica, echo de menos algunas ilusiones...
De estos días me quedo con los amigos que vuelven por Navidad, con los hijos
de las amigas demasiado jovenes (casi me como a uno empezando por esas
manitas arrugadas), con los perdones, la Noche Vieja loca y las promesas y apuestas
inutiles para el nuevo año.
Ojalá os vaya bonito!!! Desde Salamanca Feliz Navidad, Año, Reyes y lo que venga,
FELICES TODOS

2 comentarios:

Manuel dijo...

Hermosa reflexión cariño.

Aqui estaremos los pocos o muchos que seamos, creciendo al paso de los días y hacíendolos - ni largos ni cortos - intensos.

Gracias a personas como tu, la Esperanza da su bonito nombre a cada día. Sin los llantos y las risas; sin la reflexión atrapada entre las agujas del reloj, no habría Esperanza. Al final de cada agujero hay un punto de luz que nos mueve.

Por eso seguiré estando cerca y escribiendo reflexiones, sobre la guerra o el amor, sobre la luz y sobre el lado oscuro.

Un beso con sabor de nuevo año.

Sekhmet dijo...

Ay amiga... cuánta razón tienes...
Qué difícil se nos está haciendo esto de crecer (aunque creo, sinceramente, que a pesar de los pesares no se nos da tan mal).
Nuestras llantinas sin sentido, las nostalgias de un pasado que se fue para no volver, la adquisición de nuevas responsabilidades y el vértigo, sobre todo el vértigo de ver acercarse algo tan incierto como es el futuro. Madre mía, ¡en buena hora cumplimos más de 18 años!
De todos modos, gracias a amigas como tú, esto tan duro de vivir resulta divertido y estimulante.
¡Nos vemos, cariño!

Te quiero.